Surmenage, cuando el
cerebro y el cuerpo dicen basta
El
estrés no se debe subestimar:
A modo
de Resumen:¿Qué es el surmenage?Generalmente se lo atribuye al estrés, al exceso de trabajo, a la fatiga física, emocional y mental, al querer superar obstáculos por encima de las propias capacidades. Prácticamente es el nombre que se le daba antiguamente al hoy conocido estrés. Sabemos que el estrés es uno de los principales enemigos de la salud y muy especialmente para los que padecemos del SFC. (Síndrome de fatiga crónica)
El surmenage, también conocido como síndrome de
fatiga crónica es un tipo de bloqueo del sistema nervioso, y los sintomas son
de lo más variado, pudiendo ir desde una severa pérdida de memoria y problemas
de concentración hasta desmayos, y estados de shock, que dejan a los que lo
padecen incapaces de reaccionar, pareciendo zombies.
Desde 1989 la Organizaciuón Mundial de la Salud
hizo oficial su existencia, se estima que para diagnosticarse como tal, la
persona afectada ha bajado su rendimiento psico-físico en un 50 %
La constante acumulación de stress, problemas de
diversa índole, etc, logran sobrepasar cierto límite de tensión emocional, la
cual disminuye las defensas y genera una severa depresión.
El cuerpo segrega adrenalina en forma excesiva, lo
cual genera a su vez un cuadro de hipertensión arterial, que origina un cierre
de las arterias del corazón, cerebro, retina de los ojos y riñones.
Los síntomas del surmenage son: sentirse triste por
largos períodos de tiempo, pérdida de gusto ante cosas que antes le gustaban,
problemas de apetito y sueño, (perdida de ambos o necesidad en exceso),
cansancio mental o físico que no mejora con el descanso, poca concentración,
trastornos del humor e incluso ciertas enfermedades somáticas.
Toda esta sintomatología no se presenta de la noche a la mañana, sino que son
factores acumulativos.
Otros síntomas pueden ser:
- Fatiga
que dura más de 24 horas después de realizar una actividad física que
normalmente sería tolerada fácilmente
- Fiebre
leve (101° F [38.3° C] o menos)
- Dolor
de garganta
- Sensibilidad
en los ganglios linfáticos del cuello o la axila
- Debilidad
muscular en todo el cuerpo o en distintas partes, que no es causada por
ningún trastorno conocido
- Dolores
musculares
- No
sentirse descansado después de haber dormido suficiente tiempo
- Dolores
de cabeza de calidad, gravedad y patrón diferentes de las anteriores
- Dolor
en las articulaciones, que muchas veces pasa de una articulación a otra ,
sin edema ni enrojecimiento de las articulaciones
- Falta
de memoria u otros síntomas similares que incluyen dificultad para
concentrarse, confusión o irritabilidad
Los especialistas recomiendan un tratamiento basado
en ejercicios para estimular el sistema nervioso y liberar endorfinas, y así
mantener activo el sistema neurovegetativo.
La alimentación debe basarse en pescado azul
(sardinas truchas, atún), vegetales, frutas, y si es posible una copa diaria de
vino tinto.
Generalmente con un tratamiento de antidepresivos e
inductores del sueño, el afectado se recupera; después debería descargar su
angustia y de ser necesario seguir alguna psicoterapia.
Evitar las trampas del entorno laboral y encontrar
el placer en lo que se hace pueden ser las llaves para evitar el agotamiento
por exceso de trabajo.
La crisis económica, el temor al desempleo, los
deseos de superación intelectual y el vacío afectivo en el que muchas personas
caen al priorizar las condiciones materiales antes que otros valores personales
pueden ser caldo de cultivo para lo que desde hace tiempo se conoce como
“surmenage” o colapso intelectual. Primo hermano del burnout (o
“síndrome de la cabeza quemada”), este padecimiento se hace carne en quienes
exigen a su cerebro más de lo que este puede procesar.
Si el burnout es característico de quienes
interactuaban cotidianamente con personas –empleados públicos, maestros,
asistentes sociales– el surmenage puede atacar a todos por igual. A los
trabajadores que no dan descanso a su cabeza, e incluso a estudiantes.
Señales de agotamiento
Un cuadro de surmenage o estrés laboral e
intelectual puede traer síntomas físicos, comportamentales y también afectivos.
Entre los síntomas físicos se pueden encontrar
palpitaciones, acompañadas por una sensación de que el corazón late con fuerza,
de forma irregular o rápida. Puede haber dolor y opresión en el pecho,
hormigueo en brazos y piernas, indigestión y distensión abdominal por gases,
micciones frecuentes, bruxismo (el hábito de apretar los dientes), impotencia o
falta de libido, alteración del ritmo menstrual, dificultad para enfocar los
ojos, tensión muscular –a menudo dolor en la nuca o en la parte baja de la
espalda–, cefalea persistente –con frecuencia comenzando en la nuca y
extendiéndose hacia adelante sobre la cabeza–, erupciones cutáneas o la sensación
de tener un bulto en la garganta.
Pero esto no es todo. Quien padece un surmenage
también experimenta un cambio de comportamiento que puede ir desde la
indecisión y descontento injustificado, el aumento del ausentismo y la demora
en recuperarse de accidentes y enfermedades, la tendencia a sufrir accidentes y
descuido en la conducción de vehículos, la disminución de la calidad y la
cantidad de trabajo, el aumento del tabaquismo y del consumo de alcohol, la
dependencia de drogas: tranquilizantes y somníferos, exceso de comida o pérdida
del apetito hasta cambios en la forma de dormir: dificultad para quedarse
dormido y cansancio.
A su vez, y no menos importante se suceden
alteraciones afectivas tales como los cambios de humor de forma excesiva y
rápida, la preocupación excesiva por cosas que no merecen la pena, la
incapacidad de sentir compasión por otras personas, el interés excesivo por la
salud física, el introvertirse y soñar despierto, la sensación de cansancio y
falta de concentración y también el aumento de la irritabilidad y la angustia.
La puerta de entrada
¿Por qué esta actitud de sumergirse en el trabajo o
el estudio puede volverse patológica? ¿Se puede el dejar de pensar y de
ocuparse de todo lo demás?
Pueden existir presiones externas y/o internas.
“Las externas son de la institución de trabajo ó estudio, que tiene altas
demandas hacia el sujeto y que además éste cree que no puede regular”, explica
la psicoanalista y presidenta del capítulo de Psiquiatría Preventiva de la
Asociación Psicoanalítica Argentina, Elsa Wolfberg.
Las razones internas, en tanto, pueden ser la
necesidad de eludir el afrontamiento de conflictos personales, subjetivos,
frente a lo cual tanto el exceso de estudio o de trabajo se vuelven “buenos”,
distraen y son fácilmente “legalizables”. Para Wolfberg, tanto el trabajo como
el estudio son recursos de crecimiento personal, pero también pueden proveer el
modo de huida de resolver crisis afectivas, y en esa medida, no crecer.
No menos cierto es el hecho de que la precarización
laboral promueve la existencia de un clima social más competitivo que
cooperativo y en tanto así, la competencia puede no tener límite para conseguir
un lugar laboral que es cada vez más escaso.
Lo mismo ocurre con los estudios. El querer
absorber demasiado conocimiento en poco tiempo puede llevar al cerebro a una
fatiga de difícil recuperación. En este sentido, es fundamental respetar los
tiempos de cada uno y aquellos destinados al descanso físico e intelectual.
A no ser el último en darse cuenta
El surmenage siempre da señales. Quien lo padece
siente la extenuación, la dificultad para trabajar o estudiar, la fatiga
profunda que no revierte con el descanso de poco tiempo sino que requiere un
proceso de remotivación y recupero de sentido de la tarea. La vida afectiva y
los vínculos próximos tienden a ir empobreciéndose; tal vez la persona se aísle
y evite el contacto social.
“ Atender a esas primeras señales de sobrecarga,
regular la actividad con ingenio y creatividad, tratando de recuperar el gusto
por la actividad y atendiendo también a los aspectos afectivos y sociales, los
vínculos y los otros intereses vitales que se puedan tener son medidas
fundamentales para no caer en el surmenage o estrés laboral e intelectual”,
señala la psicoanalista.
Por otra parte, es esencial la conexión con el
propio cuerpo, tanto para captar las señales de tensión y sobrecarga, como para
realizar actividades corporales que procuren bienestar. En este sentido, es aconsejable
realizar siempre alguna actividad física que resulte placentera: practicar
deportes como la natación, yoga, bailar, o emprender actividades lúdicas o
artísticas en las que se involucre todo el cuerpo.
“Siempre es posible encontrar un margen de negociación
personal con la demanda laboral, como para no colapsar, ‘rebusques' ingeniosos
para que la actividad pueda seguir dando una cuota de placer ya que en tanto
así sea, el trabajo será salud”, concluye Wolfberg.
1-
Evita trabajar a un ritmo exasperado con la preocupación constante de
querer hacer mucho y hacerlo rápido.
Trabajar con tanta ansiedad, no logra los resultados deseados, más bien ocurre
lo contrario: hay un consumo excesivo de energía acompañado por una pérdida de
rendimiento.
No siempre el que trabaja más fuerte obtiene más resultados
2- Otro error muy
importante que hay que evitar es realizar una actividad mientras estas
pensando en otras cientos de cosas que tienes pendiente por hacer, o en
problemas familiares, o en la discusión que tuviste el día anterior con el
vecino, no ayudan para nada a concentrarse, y redundan en pérdida de eficacia
en la realización de cualquier actividad.
Estas recomendaciones se aplican no sólo a los
que trabajan, sino también para los estudiantes y en general para todas las
personas que se ven obligados a realizar una actividad en particular, incluso
en casa.
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